Foto
Acabo de descubrir esta foto y no me he podido resistir a colgarla. Me parece muy simpática y ya está.
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Iamnotlikeeverybodyelse
Fiesta de cumpleaños
Mi padre me ha dejado bajar al bar a ver el partido para que me vaya acostumbrando. Me ha pedido que os avise de que va a hacer una comida por su cumpleaños el sábado 21 y que estáis todos invitados.
Él me habla mucho de vosotros pero no me deja veros. Dice que no sois una buena influencia para mi (y dijo una palabra rara, chusma me parece...). Que cuando yo sea mayor no puedo tener unos amigos así...
Me cuenta sobre todo de uno que cuando eran pequeños iban en la misma clase y al principio era una niña rubia de pelo largo y luego se volvio un niño poniéndose un pito muy grande. Yo ésto no lo entiendo muy bien pero según me dice mi padre ya lo haré cuando crezca.
Yo el día 22 también cumplo 6 meses. Aún soy muy pequeño pero mi padre me dice que mi cabeza funciona mejor que la de alguno de vosotros.
La comida es a partir de las 14:30 en mi casa.
No faltéis.
Zahara "La pareja toxica"
Con este nombre tan poco atractivo que se ha puesto esta chica y con este video tan atractivo para un teenerger como yo, llegó a mis oidos el disco la Pareja Toxica, y la verdad es que la chica vale, lo dice un que está hasta el moño de las cantautoras (la Red, la Anny B., la bien querida y toda esto que está tan de moda).
Espero las críticas del Mortadelo del fnac, te debo un post y lo sabes.
Curiosidad, el video es el trailer de una película, para más información no lo intenteis que llevo un tiempo esperando noticias de estreno y ni lo saben ellos.
La Banda se echa a correr - San Silvestre 2011
Este es un pequeño homenaje a aquellos que en la tarde de Fin de Año del 2011 salieron a echarse una carrerita por Coruña, hacía frío y llovia, pero a ellos les dio igual. Espero que os guste.
Perfumería Purita
La voz de Galicia:
Hace unos días conocí a una mujer en una aldea próxima a los montes lucenses de Navia. Pura, que así se llama, es una señora de mediana edad y buen porte, con la que coincidí tomando un café en uno de los pocos bares que quedan abiertos en esa comarca. Exceptuando un perro tumbado junto a la estufa, éramos los únicos clientes del local, por lo que no desperdicié la ocasión de preguntarle cómo iban las cosas por la zona; la verdad, no me defraudó.
Me contó que, aunque sus padres habían emigrado a Cataluña, ella siempre quiso trabajar en el campo. Con su ayuda regresó a Galicia hace dos décadas y montó una explotación de vacuno en la aldea de sus abuelos. Todo pareció ir bien al principio hasta que, hace seis años, un problema de liquidez la llevó a deshacerse del ganado y cambiar de vida. Hoy sabemos que mal asesorada, Pura invirtió su dinero en una tienda de perfumes en la capital comarcal a la que, para preservar su anonimato, llamaré Perfumería Purita.
El negocio fue bien al principio y los días de feria sus vecinos de las aldeas próximas le compraban muchos productos. Los habitantes de la villa, sin embargo, nunca fueron buenos clientes. Decían que una mujer de la montaña no podía vender perfumes de calidad y, en correcto castellano, hacían chistes sobre el cambio del lacón por el «Lancome». Pasados dos años, las ventas se vinieron abajo y Pura cerró el negocio y regresó al pueblo; me confesó que había echado de menos el campo, su vocación de toda la vida.
Pura me dijo que esto le había ocurrido también a otra familia que se deshizo de su ganado para montar una casa rural, hoy ruinosa, y a dos vecinos que hicieron lo propio para poner un bar de copas, Manolo?s Pub, y una churrasquería. Como sus vecinos, no consiguieron ayudas de los bancos en condiciones razonables para mantener y mejorar sus explotaciones. Esas mismas entidades no tuvieron problema en financiar negocios ruinosos en la villa y la buena mujer se preguntaba cómo era posible que apoyar una granja sea inversión de riesgo y, sin embargo, no duden en invertir en bares o churrasquerías; ¡si somos un país agrícola!, decía.
Nos despedimos, y regresé a casa; en el trayecto a la carretera general no vi una sola vaca. En la capital comarcal, oficinas bancarias y locales comerciales vacíos se alternaban en la calle principal. Curioso país, pensé, mientras veía el cartel roto de la perfumería.
Hace unos días conocí a una mujer en una aldea próxima a los montes lucenses de Navia. Pura, que así se llama, es una señora de mediana edad y buen porte, con la que coincidí tomando un café en uno de los pocos bares que quedan abiertos en esa comarca. Exceptuando un perro tumbado junto a la estufa, éramos los únicos clientes del local, por lo que no desperdicié la ocasión de preguntarle cómo iban las cosas por la zona; la verdad, no me defraudó.
Me contó que, aunque sus padres habían emigrado a Cataluña, ella siempre quiso trabajar en el campo. Con su ayuda regresó a Galicia hace dos décadas y montó una explotación de vacuno en la aldea de sus abuelos. Todo pareció ir bien al principio hasta que, hace seis años, un problema de liquidez la llevó a deshacerse del ganado y cambiar de vida. Hoy sabemos que mal asesorada, Pura invirtió su dinero en una tienda de perfumes en la capital comarcal a la que, para preservar su anonimato, llamaré Perfumería Purita.
El negocio fue bien al principio y los días de feria sus vecinos de las aldeas próximas le compraban muchos productos. Los habitantes de la villa, sin embargo, nunca fueron buenos clientes. Decían que una mujer de la montaña no podía vender perfumes de calidad y, en correcto castellano, hacían chistes sobre el cambio del lacón por el «Lancome». Pasados dos años, las ventas se vinieron abajo y Pura cerró el negocio y regresó al pueblo; me confesó que había echado de menos el campo, su vocación de toda la vida.
Pura me dijo que esto le había ocurrido también a otra familia que se deshizo de su ganado para montar una casa rural, hoy ruinosa, y a dos vecinos que hicieron lo propio para poner un bar de copas, Manolo?s Pub, y una churrasquería. Como sus vecinos, no consiguieron ayudas de los bancos en condiciones razonables para mantener y mejorar sus explotaciones. Esas mismas entidades no tuvieron problema en financiar negocios ruinosos en la villa y la buena mujer se preguntaba cómo era posible que apoyar una granja sea inversión de riesgo y, sin embargo, no duden en invertir en bares o churrasquerías; ¡si somos un país agrícola!, decía.
Nos despedimos, y regresé a casa; en el trayecto a la carretera general no vi una sola vaca. En la capital comarcal, oficinas bancarias y locales comerciales vacíos se alternaban en la calle principal. Curioso país, pensé, mientras veía el cartel roto de la perfumería.
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